Los giros que tienen los relatos de ficción de Henry Vargas van desde la cotidianidad hasta lo más extraño. Sus cuentos tienen matices temáticos diversos, por no decir arriesgados, no encasillan necesariamente realidades crudas, pero sí buscan la provocación y la perturbación de la psique. Sus personajes han sido construidos con una carga de la apropiación desde sus contextos, por lo que sus acciones son tan recias en humanidad que no requieren grandes introducciones.
El vaivén de la duda y el escepticismo o la cuerda floja entre la locura y la aceptación social plena son algunos planos a explorar desde el espacio que plantean estos cuentos. La fantasía encerrada en estos textos no es una evasión de la realidad misma, sino un aporte de una visión distinta y peculiar desde nuestro constructo social, desde la perspectiva de Henry.
Quizá el mayor legado de esta narrativa breve es que nos podemos abstraer de nuestras rutinas, sin omitirlas ni invisibilizarlas, más bien, transformándolas. Pareciera que el fin del autor es adaptar estas mentalidades tan humanizadas y modernas, para llevarlas a lugares fuera de nuestra imaginación.
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